He vivido de cerca el proyecto de Spanair desde hace años. Mi hijo, piloto de líneas aéreas, ha estado trabajando para Spanair como Técnico de Mantenimiento los últimos 8 años con la esperanza de poder algún día volar con la compañía.
Además yo he volado con esta compañía con mucha frecuencia durante muchos años, pero no lo he hecho por la calidad de su servicio, sino porque siendo padre de empleado me he beneficiado de billetes muy baratos.
La forma en que ha terminado la compañía es un claro reflejo de lo que ha sido: una compañía gestionada con criterios meramente financieros, en la que los clientes y empleados eran lo menos importante. El comunicado que puede leerse cuando accedes a su página web, que hasta ayer vendía billetes, es lacónico: el horario de apertura de las oficinas del Aeropuerto de Barcelona para atender a los clientes es desde las 04:45 a las 14:30, horario no muy apropiado para el caos que se preveía y dan un número de teléfono de atención al cliente, pero ya advierten que “estará saturado”. Excelente !!!!
Los empleados se enteraron del cese de las operaciones por la prensa y redes sociales. Mi hijo recibió un e-mail a las 2 de la madrugada del sábado diciéndole que no tenía que ir a trabajar mas, ninguna comunicación previa.
La reunión del comité de Dirección la hicieron en uno de los hoteles mas caros de Barcelona, con nocturnidad y alevosía. No podían hacerlo en sus oficinas por miedo a que les rompieran la cara.
Hace muchos años Deming dijo que el beneficios de cualquier negocio proviene de los clientes que repiten y que recomiendan sus productos o servicios y que el propósito de cualquier empresa debe ser crear valor para sus clientes aportando valor a la sociedad. Asimismo insistía en que la obligación de los líderes es mejorar el sistema para que los empleados se sientan orgullosos de su trabajo y de esta forma contribuyan al propósito.
La gestión de Spanair ha sido todo lo contrario, típica de Esade, escuela de negocios de donde salió su Presidente (que antes de arruinar la compañía ya se había buscado otro trabajo) basada en objetivos financieros en lugar de aportar valor al cliente.
Es cierto que a la bancarrota también han contribuido otros factores como el boicot de Iberia y de Aena y los intereses centralistas para que Spanair dejara de existir.
El propósito de convertirse en la aerolínea catalana que llevara al Aeropuerto de Barcelona las conexiones internacionales no es mas que un sueño de políticos. En cualquier negocio hay que empezar por pensar de donde vendrá el dinero y, por lo visto, no pensaban en que tenía que venir de los clientes.
La realidad es que ningún negocio puede sobrevivir sin clientes. Spanair vivía de espaldas a sus clientes. Lo sé por experiencia. En los últimos meses si buscabas #spanair en Twitter, sólo encontrabas quejas, sobre todo por puntualidad, un mal crónico que nunca reconocían. El servicio que ofrecía Newco (empresa que les hacía el handling) era desastroso: largas esperas de maletas, colas interminables en el check-in, malas caras, etc… Conozco dos dueños de agencias de viajes que me decían que ya nunca reservaban con Spanair porque siempre llegan tarde y no se fiaban pues sus clientes perdían las conexiones.
Pero esto no les preocupaba. Lo importante eran los números, conseguir dinero para hacer vuelos intercontinentales. Vivir de subvenciones, no de los clientes.
En Opinat, les fuimos a ver, les sugerimos que escucharan a sus clientes, para ello les ofrecimos metodologías como el Net Promoter Score, que utilizan otra líneas aéreas con éxito, pero no nos hicieron ni caso. Personalmente contacté por e-mail con el Director de Calidad a través de mi hijo, para ofrecerle ayuda basada en nuestra experiencia en British Airways. Ni me contestó.
Ahora tenemos casi 4.000 personas mas sin trabajo. Empleados que apostaron por la compañía y se creyeron el proyecto han sido engañados y abandonados. En ningún momento se les informó de nada. Típico comportamiento de gestores sin escrúpulos que sólo buscan su propio interés y cuando las cosas van mal salen corriendo.